He descubierto esta joya recientemente y la incluí en mi
última entrada de Zinéfilas sobre espejos y reflejos en el cine, pero me parecía que esta película
merecía una entrada por sí misma.
“Reflejos de un ojo dorado” es una película de 1967 de Jhon Huston y cuenta en el reparto con dos monstruos de la interpretación: Marlon Brando y Elisabeth Taylor.
El guión corrió a cargo de Gladys Hill, Chapman Mortimer y Francis Ford Coppola que a su vez estaba basado en una novela de la escritora Lula Carson Smith conocida por el nombre de Carson McCullers.
Quiero avisar antes que nada,que me gustaría profundizar en los personajes y en las complejas relaciones que se establecen entre ellos.Si alguien no ha visto la película y prefiere no tener detalles a priori,es preferible que postergue o deje la lectura de la reseña en este punto,aunque también he de decir,que no desvelaré ni de lejos el final.
Ambientada en un cuartel militar de Georgia, la trama se adentra en dos matrimonios.
El primero está formado por un imponente Marlon Brando que se pone en la piel del comandante Weldon Penderton casado con Leonora, grandiosa Elisabeth Taylor, un matrimonio sólo perfecto de cara a la galería: la mujer engaña al marido con el coronel Langdon, (que forma parte del segundo matrimonio), interpretado por Brian Keith, que a su vez le es infiel a su enfermiza y desequilibrada esposa, Allison (Julie Harris ) la cual intenta recuperarse de la muerte de su bebé Catherine,mientras, el comandante Penderton intenta hacer frente a su propia sexualidad reprimida.
El drama se desenvuelve de forma contenida y fluida, la narración nos mantiene atrapados desde el principio, porque en ese escenario plagado de mentiras, Huston decide adentrarse precisamente en el escabroso terreno de “las cosas de las que se no se habla”.
De todos los personajes, tal vez el que mantiene una batalla más devastadora contra sí mismo es el comandante Penderton, sobre el que planea durante todo el metraje la obsesión por un soldado Williams ¿objeto de su admiración?¿su deseo?¿su inaceptable amor?
En esta lucha entre el consciente y el inconsciente, las
miradas, la huida y la búsqueda, el andar sobre sus pasos, su deseo y su negación….se convierte en un auténtico
calvario donde el espectador puede sentir su angustia y su represión.
En una conversación con el coronel Langdon, el comandante
Penderton, afirma:
“…vamos que cualquier satisfacción concedida a expensas de
la anormalidad, es mala y no debe proporcionarnos felicidad, resumiendo…moralmente,
es más deseable que un taco cuadrado presione en un agujero redondo hasta
convertirlo en cuadrado en lugar de buscar el agujero idóneo donde encaje
perfectamente.”
Marlon Brando está espectacular, una vez más. Para mí, es el actor más grande de todos los tiempos. En la piel del comandante Penderton, nos deja unas imágenes imborrables en las que sus ojos, sus manos son la viva expresión de la desazón ,la escisión interna y oculta, el infierno en vida de la renuncia que impone su culpa y su estricta moral .La mente a veces nos juega malas pasadas ¿ nos hace ver donde no hay ? fantasía y realidad se confunden, la necesidad de amar y ser amados nos lleva en ocasiones a quedar a expensas de nuestros propios delirios, incluso exponernos a salir de dudas en el dilema entre ser o no ser correspondidos...¿lo era el coronel Penderton solo en su imaginación?
Leonora, por su parte, intencionadamente se convierte en una hembra poderosa, una amantis religiosa hipócrita y cruel capaz de devorar a su esposo, precisamente por no “estar a la altura” como “marido viril en funciones”. Ella que juega también a la mentira y al adulterio, que es infiel con el coronel Langdon, adora al semental “Pájaro de fuego” y no duda en humillar públicamente a su esposo cuando se entera de un desafortunado incidente en el que él ha castigado a su caballo.
Pero.....¿a quien ama Leonora en realidad?
Elisabeth Taylor está grandiosa, borda el papel de mujer con carácter, provocadora, cruel, exhibicionista, caprichosa. Se siente superior a su esposo, a quien en el fondo desprecia por su debilidad y su cobardía, por lo que ella parece sospechar y no menciona y que considera un evidente signo de falta de “virilidad”.
El personaje de Williams( Robert Forster ) el joven soldado que cabalga desnudo y que se muestra distante y solitario, termina también siendo una pieza importante en este puzle de calladas pasiones.
Williams, también es presa de un deseo reprimido hacia Leonor, la esposa del comandante Penderton, la observa, fantasea, imagina, la espía….él tampoco puede escapar de un voyerismo y fetichismo que le conducirá a convertirse en una sombra, un hombre invisible capaz de colarse en las habitaciones privadas, capaz de correr riesgos incontrolados, con tal de estar cerca de esos oscuros objetos de deseo que son privados, secretos, clandestinos, que le pertenecen a él y a nadie más…
Todos o casi todos los personajes mienten, todos ocultan algo y muestran
una cara que en realidad no se corresponde con sus emociones más profundas.
El simbolismo de algunas escenas me parece intencionado:
¿por qué al coronel Penderton intenta inútilmente controlar un caballo desbocado, apodado “pájaro de fuego”?
¿qué vemos en el reflejo del ojo que contempla el cuerpo desnudo de Leonor?
¿por qué al coronel Penderton intenta inútilmente controlar un caballo desbocado, apodado “pájaro de fuego”?
¿qué vemos en el reflejo del ojo que contempla el cuerpo desnudo de Leonor?
El coronel Langdon se muestra inflexible con el mayordomo de su esposa Allison, Anacleto ( Zorro David) un hombre afeminado que se muestra el más fiel y leal apoyo de su esposa. El coronel Langdon es amante de Leonora y suponemos no ama a su esposa Allison, pero ¿no hay en su discurso homófobo un resquicio de celos , amargura y frustración por no haber sabido crear con su esposa el fuerte vínculo que ella tiene con su asistente?
¿a quien ama Langdon en verdad? ¿coincide el objeto de su deseo con el objeto de su amor?
Toda la película es contenida a pesar de la hondura y el
calado emocional de los temas que se plantean. Huston nos deja un análisis de
la condición humana en su vertiente más desdoblada, lo que sucede en nuestro
interior y la imagen que damos a los demás.
No en vano la película empieza con una frase pronunciada por el coronel Langdon que bien podría
ser un resumen de todo el largometraje:
“Nadie sabe lo que pasa por nuestras mentes, nadie en absoluto”.
“Nadie sabe lo que pasa por nuestras mentes, nadie en absoluto”.