Casi por encargo de Emily(
http://emilyhablasobrecomoeselmundo.blogspot.com/ ) veo
"No mires para abajo",una película de
Eliseo Subiela que se estrenó en España en julio del
2009.
El director de la inigualable "El lado oscuro del corazón" nos cuenta la historia de Eloy,un jóven de 19 años que trabaja en un negocio familiar de lápidas y que además anda en zancos y hace promociones disfrazado de empanadilla.Eloy,(Leonardo Stivelman)que tras la muerte de su padre,es sonámbulo y deámbula por las terrazas,una noche cae accidentalmente por la claraboya del dormitorio de Elvira(Antonella Costa),.Como caído del cielo,irrumpe en la vida de esta joven de 28 años afincada en Barcelona pero temporalmente de vacaciones en casa de su abuela en Argentina.
A partir de ahí,cuendo los dioses movieron los hilos necesarios:"En el mundo está Elvira" y para Eloy se abre una puerta que conduce directamente al paraíso.Subiela,haciendo uso de su lenguaje sostenido por el realismo mágico,nos adentra en una relación sensual y erótica donde los jóvenes aprenderán a encontrarse sin prisas,de manera didáctica pero al tiempo,sentida.
Me quedo sin duda con la frase última que el padre(ya difunto errante)le dirige al hijo:
"En la vida siempre estarás diciendo adiós. ¡Qué eso no te impida amar!"
Y sí,conviene recordarlo,porque andamos por la vida a menudo como autómatas,con hojas de cálculo bajo el brazo,mil razonamientos razonables para tomar decisiones(postergando,descartando....etc)demasiados asesores bien-intencionados,el sentido común como bandera, y el tiempo,como barómetro de viabilidad.¿y qué si dura lo que dura un invierno o un verano?nunca puedes saber hasta qué punto un breve encuentro marcará tu vida para siempre y presiento que al final,lo único que quedará será el recuento de esos momentos en los que creímos amar.
Subiela,maestro de maestros en el manejo de las casualidades,navega con canciones e imágenes en el amplio registro de nuestras emociones,y aunque no me haya sobrecogido como en su día lo hizo con "El lado oscuro..."(Bendito Benedetti),lo cierto es que sólo reconocer su sello a lo largo de la narración, por momentos,me emociona.