domingo, 20 de marzo de 2011

Cómo ser John Malkovich






Hoy retrocedo hasta 1999 para hablaros de una película como poco,peculiar.
Spike Jonze,fotógrafo y publicista,dirigió "Cómo ser John Malkovich"contando con el propio John Malkovich,Jonh Cusak,Catherine Keener y una irreconocible y asombrosa Cameron Díaz.



Craig Schwartz  (Jonh Cusak) es un titiritero creativo pero sin un futuro claro,las calles de Manhattan le ignoran y sus obras no reciben ni interés ni mucho menos reconocimiento.



Está casado desde hace diez años con Lotte (Cameron Diaz),una dependienta de una tienda de animales,que le presta más atención a un chimpancé que vive con ellos,que a su propio marido,Craig.
Él,cansado de las indirectas de Lotte y de la incomprensión del público callejero que no entienden el profundo y simbólico mensaje de sus obras,decide presentarse a una oferta de trabajo en la planta 7, 5 del edificio Mertin-Flemmer de Manhattan.




Esta oficina es muy peculiar empezando por su director,un hombre de más de 100 años que aparenta tener 65,una secretaria que está más sorda que una tapia,y una puerta-túnel,tal cual el cuento de "Alicia en el País de las Maravillas" que conduce directamente al cerebro de John Malkovich, de tal manera que cualquiera que se adentre en él,directamente se mete dentro del propio John Malkovich y siente todo lo que siente él,como si adoptara por completo su piel y su identidad.



Ahora eso sí,durante un tiempo limitado,después el/la intruso/a es expulsado/a a la cuneta de una carretera.¿rayada?¿locura?¿gamberrada?
No me negareis que  es una tentación muy atractiva,poder jugar a ser otro,en este caso una celebridad,ser tú y otra persona a la vez. Da igual si eres hombre o mujer,no importa tu orientación sexual,tus creencias religiosas,el color de tu piel,tu fisonomía,tus complejos...porque si entras por esa puertecita de repente eres John Malkovich y todo tu mundo cambia por completo.
Pero claro,es sólo cuestión de tiempo que ante un hecho tan insólito que puede ser visto como un privilegio o como una maldición, las cosas se complican y como suele ocurrir en cualquier historia de cine o real,el amor viene a complicarlo todo si cabe aún más.
Craig en esta surrealista oficina conoce a  Maxine (Catherine Keener),una compañera de trabajo,fría y seductora,sin demasiados escrúpulos y que se vuelve loca con la presencia física de John Malkovich.




En un matrimonio sin pasión,la irrupción de Maxine en escena,no podría pasar desapercibida,más cuando Craig comparte el hallazgo de la puerta secreta de su oficina con Lotte y ella también decide pasar por el túnel para ver qué se siente estando en la piel de John Malkovich.



Y hasta aquí puedo leer...
Me parece una película desigual,pero hay algo en ella,que me fascina y no sé qué es.Supongo tiene que ver con la imprevisibilidad  de los acontecimientos,con el juego de explorar la identidad y descubrir quiénes somos poniéndonos en la mente de otra persona.Por otro lado,me parece extraordinaria la plasticidad del Jonh Malkovich real,expuesto,cual goma elástica a la usurpación de sí mismo,interpretando también a sus invasores,interpretándose y riéndose de sí mismo y de su propio personaje mediático.









Tal cual un experimento me tomo esta película,rara,inclasificable,estimulante aun con su interpretable final(ya hablaremos Lu),arriesgada y original,bien interpretada(Cameron Díaz me vuelve a sorprender para bien en este tipo de papeles tan fuera del estereotipo en el que la suelen colocar),como un lienzo surrealista,cubista,tal vez sin más pretensión que la de jugar por jugar,como si los personajes también fueran títeres  con los que el director ha estado divirtiéndose valiéndose de la invasión de otro cuerpo para indagar en las emociones reprimidas,ocultas o puede que desconocidas del invasor/a y sus otros yo...aquellos que no se ha permitido ser...Sí,tal vez suene a Freud ,a diván y a psicoanálisis, pero es que en este juego de ¿te atreves a ser otra persona durante 15 minutos? las consecuencias no se dejarán esperar y puede que la vida de Craig y de Lotte nunca vuelva a ser igual.